martes, 22 de diciembre de 2015

El fantasma de la Nochebuena



Tuve una sensación extraña, sentía que volaba. Mi cuerpo era ligero, casi transparente. Miré a mi alrededor, seguía estando en casa. Pero ahora me sentía diferente, en mi moraba una llama ardiente, una luz blanca, que me llenaba, que me elevaba. Volví la cabeza y me sobresalté, aquella que yo veía, ¿era yo?. Cerré los ojos y los volví a abrir, incrédula. Veía una mujer diferente, rostro enfadado, cuerpo tenso. Discutía con alguien, sobre algo, por algo. No podía ver a nadie claramente más que a mi. Y me horroricé, aquella no podía ser yo, ¡ahora me sentía tan diferente!. Cerré de nuevo los ojos, y los mantuve cerrados durante un largo rato. Respiré profundamente, una, dos, tres veces. Con cada inspiración, con cada exhalación esperaba que aquella mujer enfadada fuera despareciendo. Al cabo de un tiempo indefinido pero maravilloso volví a abrir los ojos, y ya no la vi, ya no me vi. Volvía a estar en casa pero ahora mi cuerpo era el de siempre, y en mi quedó encendida esa llama ardiente, luz blanca.




Muchas veces perdemos el norte en nuestras vidas, nos domina el ego, queremos tener razón, y discutimos, peleamos. Es importante mantener tus convicciones, pero para ello no es necesario imponerse y hacerte daño a ti, y a los demás. Detecta en ti ese estado negativo y haz un ejercicio, sal de tu cuerpo, mírate desde fuera como el fantasma de Nochebuena. Estoy segura que no te gustará aquello que ves, y tu mismo/a entenderás que siempre es mejor tu bienestar y el de los demás.


1 comentario: