martes, 11 de abril de 2017

Malditas por impertinentes, benditas por sabias.

¿Sabes esa sensación de alivio que se experimenta al sentir que has salido de un remolino oscuro, sólo existente en tu mente?

Es como caminar por la vida con la mirada baja, cabizbaja, y sólo ver el suelo. Un momento tras otro, momentos que se encadenan y echan a perder un tiempo valioso. O incluso puede que no sea tiempo perdido, como dice la canción, nunca el tiempo es perdido.

Es como no ver más allá de tus narices, y ni tan siquiera verte a ti misma. Cómo estando tan dentro de tu mente, estás tan alejada de ti.

Y también eso tiene su función, suena la alarma de "ahí hay algo que arreglar".

Eso que te aleja aparentemente, intenta que vuelvas a ti.
Y por eso se queda en ti, para que no te despistes y arregles lo que tengas que arreglar.

Y de repente hay un click, y levantas la mirada. Ya no ves el suelo, ni a tus propias narices. Ahora ya ves el cielo y una lección regalada.

Aprender a vivir es el juego, no mirar hacia otro lado, ni espantar las malditas alarmas. Malditas por impertinentes, benditas por sabias.